Diálogos Bibliokepos: Amanda Masha, Directora del Instituto Mutante de Narrativas Ambientales del itd-UMP, y Pablo DeSoto, director de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial
Fotos: La Marga
La tarde del 25 de mayo en la biblioteca Felipe González tuvo lugar a el segundo diálogo promovido por Bibliokepos en el que, entre otras temáticas, revisamos conceptos desde la experiencia. Resultó un magnífico recordatorio de cómo las disciplinas y los agentes implicados pueden (y deben) romper las barreras jerárquicas en la senda hacia la sostenibilidad ambiental. Nuestros protagonistas, Amanda Masha y Pablo DeSoto, son dos ejemplos. Están embarcados en una labor de mediación de gran utilidad, ya que entre los resultados que están obteniendo está la revalorización de las humanidades, las artes y la cultura para cambiar las narrativas predominantes o generar otras nuevas en torno al cambio climático.
En esta ocasión fue Sergio Rodríguez de Nomad Garden el encargado de darnos la bienvenida y dirigir con tino la conversación hacia las temáticas que nos ocupaban. Para comenzar desde el ámbito más amplio, Sergio quiso preguntar por los conceptos “global“ y “terrestre” para establecer el marco en el que nos encontrábamos. Como pudimos comprobar, su significado varía atendiendo al bagaje vital de cada uno de nuestros invitados. Desde su experiencia cosmopolita, Amanda apuntó la dificultad de disociar ambos términos en la actualidad cuando nos referimos a las esferas de consumo. Y es que el acelerado crecimiento de las ciudades necesita de cada vez un mayor número de infraestructuras y servicios avanzados para sostener el capital humano. Es así como “lo global y lo terrestre” responden inevitablemente a una cadena de suministros. La respuesta de Pablo al asunto tuvo una perspectiva generacional. En su caso, marcado por el nacimiento y desarrollo de internet en los años ochenta. Por aquel entonces, la humanidad se encontró ante un incipiente campo lleno de expectativas en cuanto a la disposición inmediata de datos e información, con la conexión con personas de todo el planeta como telón de fondo. El concepto de globalidad lo asignó por aquel entonces a la arquitectura y a un nuevo posicionamiento digital. Aunque el tiempo y las circunstancias han promovido un cambio inevitable: “El devenir de un futuro digital como lugar de creación ha dado lugar a una vuelta a lo terrestre, a cuestiones ambientales”, concluyó DeSoto.
A partir de aquí el diálogo viró hacia uno nuevo que tiene mucho que ver con el cambio de narrativas comúnmente asumidas. Hablamos del comienzo de la era del Antropoceno, punto de partida, entre otros asuntos de calado, de las grandes migraciones de especies o el comienzo de los registros de los niveles de óxido de carbono. Un hito histórico, como bien apuntó Sergio, que tiene mucho que ver a nivel simbólico con Sevilla como centro neurálgico de las principales expediciones a Las Américas. En la actualidad, añadió, hemos visto como la Bienal de Arquitectura de Venecia estaba dirigida por una mujer africana, siendo el pabellón ganador el de Brasil, con un lema que versaba sobre la descarbonización y la descolonización del pensamiento.
Amanda recogió el guante para especificar la maleabilidad del término. Y es que nos podemos acercar al Antropoceno desde la perspectiva histórica y científica pero también a partir de los relatos que se construyen. En este sentido expresó contundentemente cómo la emergencia que vivimos está unida a la colonización: “Es un término muy concreto y vago a la vez, ya que rige la experiencia en occidente, pero no a la experiencia de muchas poblaciones, tanto humanas como animales. Es lo suficientemente inespecífico, ya que se refiere a los seres humanos en general pero no a su experiencia individual, concreta, y a las lógicas de los procesos”. Es desde esta reflexión donde surgen términos asociados como patriarcado o extractivismo desde la lógica de la dominación de los cuerpos de las mujeres, de otras especies animales o de la explotación masiva de recursos naturales.
Podemos constatar entonces que el relato predominante está mutando pero, ¿quiénes son sus protagonistas? Amanda apunta certera: “Es importante cuestionar los términos para trazar nuevas relaciones que den lugar a nuevas narrativas”. Y es que ya comenzamos a contar con esas otras voces desde foros que antes resultaban impensables. Como ejemplo, el Pabellón Catalán de la ya mencionada Bienal de Venecia, que estuvo representado por el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, encargados de poner sobre la mesa las dificultades en origen de las poblaciones migrantes, que han visto como acababan con sus medios de subsistencia en sus países, especialmente en Senegal en lo que se refiere a una pesca ahogada por los nuevos procesos de la industria alimentaria. Convertirse en agente de cambio depende entonces de la posición en la sociedad y de esas ventanas que se abren a la población general para redirigir la conversación. El ejemplo más evidente puede ser el del término “emergencia climática” creado por los activistas, ya asumido en los discursos y en la aún tibia agenda política.
Sergio resaltó entonces como las labores de comisariado artístico y en el ámbito de la arquitectura abren la posibilidad de generar nuevos discursos y narrativas. Hablamos de un movimiento cultural con nombre propio, el de las Humanidades Ambientales, que Amanda señaló originalmente en Estados Unidos y que no deja de crecer en Europa. Estamos ante un campo de investigación interdisciplinar que diluye las divisiones entre disciplinas, en las que cabe ciencia, tecnología, artes con base común en la naturaleza y la cultura en una amalgama integradora de pensamiento indígena y occidental. Además, añade un ejemplo que nace desde su experiencia: “La idea, cuando creamos el Instituto (Mutante de Narrativas Ambientales) en 2018 era abordar las narrativas distópicas, de colapso, que dieron paso progresivamente a la capacidad de imaginar soluciones. Lo han hecho a través de formatos diversos, desde exposiciones, programas de radio, residencias que han trabajado zonas específicas de Madrid como Usera y sus asociaciones de vecinos, con asambleas para la infancia”. En estas dinámicas participativas han tenido además como agentes a artistas o el Centro de Filosofía de la Infancia, que han tomado posición como herramientas para vincular los procesos puestos en marcha desde el área de Medioambiente del Ayuntamiento de Madrid, dando a su vez voz a padres y madres, alumnos o asociaciones.
Pablo DeSoto ahondó en esta permeabilidad entre agentes que en épocas pasadas podría parecer imposible en un proceso de descolonización del pensamiento con un ejemplo muy concreto. En 2009, en plena crisis de incendios en el Amazonas, en São Paulo el día se hizo noche a las dos de la tarde a 3 500 km de la Amazonía. Sus habitantes estaban respirando la ceniza de los árboles quemados. Era el primer año de gobierno de Bolsonaro. Eliane Brum, periodista y escritora brasileña, viajó a primera línea del suceso y dio un discurso recogido por National Geographic que podría quedar resumido en “resistir como bosques y descolonizar nuestro pensamiento”. El marco de esta dramática situación era (y sigue siendo) la demarcación del territorio con las madereras ilegales, la minería, o los grandes proyectos de infraestructura embarcadas en una “guerra de baja intensidad”, cuyo resultado es que Brasil encabeza el terrorífico ranking de asesinatos de activistas medioambientales. Aun así hubo un reverso positivo nacido de esta dramática situación: los jóvenes arquitectos que cambiaron el paradigma para escuchar y trabajar con los pueblos indígenas locales. De esta manera existen estudios que han hecho descubrimientos sorprendentes, como asentamientos que pudieron contar con hasta 20.000 habitantes en equilibrada convivencia con el entorno natural y alejados totalmente del afán extractivista. Una nueva narrativa surgió entonces en la que se resignifica “lo primitivo” y las verdaderas fuentes de riqueza. Desde este prisma, la nueva generación de arquitectos se embarcaron en proyectos que están desarrollando en línea con este pensamiento. Son nuevas visiones que recopilan fundamentos, técnicas e intenciones nativas.
Como apuntó Pablo, nos encontramos en un punto de inflexión en el que la ciencia tiene la disposición necesaria para acercarse a saberes ancestrales mientras que, paralelamente, figuras indígenas comienzan a captar el foco cultural como investigadores universitarios o escritores. Uno de los casos que ha alcanzado mayor relevancia es el de Ailton Krenak y su betseller, escrito a partir de sus sueños, “Ideas para postergar el fin del mundo”.
Sergio aprovechó esta última referencia intelectual para preguntar por los faros a seguir. Pablo no dudó en mencionar a Viveiros de Castro o Déborah Danowski, antropólogos que han traducido el ideario indígena. También como fuente de inspiración está la indispensable Donna Haraway, con ideas audaces como la de “repensar la política y la tecnología desde la biología”, con un enfoque feminista que bebe tanto de la ciencia ficción como de la experiencia de los pueblos indígenas.
Llegados a este punto, Sergio se pregunta cómo llevar a la acción tal caudal de pensamientos especulativos, a lo que Pablo responde con el ejemplo más cercano: el lugar donde nos encontramos acoge los dispositivos-refugio que atesoran, entre diferentes especies vegetales, un fondo bibliográfico entorno al cambio climático y la educación medioambiental al alcance de la ciudadanía.
En el caso de nuestros dos invitados, la creación de programas de contenidos para el Instituto Mutante de Narrativas Ambientales y el LABoral Centro de Arte y Creación Industrial. En este último caso son actividades que incluyen residencias o conferencias que acercan el tema a la población, como en este 2023, que han dedicado a la sostenibilidad con muestras de resistencia civil cuestionando el concepto de progreso ante nuevas infraestructuras que atentan contra el medioambiente.
El mismo ‘El libro del clima‘ de Greta Thunberg vuelve a surgir como ejemplo de traslación a la población general de unos textos de pensadores, científicos o autores de ficción que dibujan el panorama actual planteando soluciones. O Teachers for Future, dedicados a que el cambio climático esté presente en todos los programas curriculares de España. Se trata, en definitiva, de anticiparse a un futuro cada vez más cercano al presente y generar una conversación que promueva el cambio.
Como remate de esta jornada de diálogo se abrió un debate con los asistentes que reincidió en el posicionamiento del artista como generador de cambio. Amanda Masha nos regaló lo que podría ser un buen colofón a la tarde: En la construcción a través de lo colectivo y lo institucional, el arte y la cultura tienen mucho que decir. El arte suma desde la libertad en esta construcción de la narración sobre el clima y genera preguntas que aún no se han hecho o que en otros ámbitos nadie se ha atrevido a plantear.
Finalmente, no quisimos dejar escapar la oportunidad para que nuestros invitados ampliaran el fondo de la Red Municipal de Bibliotecas de Sevilla con dos suculentas aportaciones.
Pablo DeSoto se decantó por la novela con ‘El Ministerio del Futuro' de Kim Stanley y publicado por Minotauro, una novela de ciencia ficción estrictamente documentada que imagina un futuro posible en el que poder revertir el colapso al que nos puede dirigir la crisis climática. Finalmente, no quisimos dejar escapar la oportunidad para que nuestros invitados ampliaran el fondo de la Red Municipal de Bibliotecas de Sevilla con dos suculentas aportaciones.Pablo DeSoto se decantó por la novela con ‘El Ministerio del Futuro' de Kim Stanley, una novela de ciencia ficción estrictamente documentada que imagina un futuro posible en el que poder revertir el colapso al que nos puede dirigir la crisis climática.
Por su parte Amanda Mashá nos presentó ‘Estío. Once relatos de ficción climática’, de Ed. Episkaia . Se trata de una una antología de relatos creados por diferentes autoras que pueden enmarcarse en la ficción climática o clifi. Van desde futuros no tan improbables en la Península hasta universos (casi) irreconocibles que finalmente dejan un poso de esperanza en la resolución de la crisis.