¿Se puede dar una segunda vida a materiales que a diario desechamos? Un tubo de desagüe, una botella, un rollo de cartón o una pajita, ¿serían capaces de crear sonidos? Y si vamos más allá: ¿podrían producir sonidos y comunicarnos con otras especies? ¿Seremos capaces de articular un diálogo con los pájaros a través de la reproducción de sus cantos, que descubrimos en el taller anterior?
En el taller de luthier, Miguel Guinea y Joaquín Sánchez, ‘Vibra-tó’, propusieron a los chicos y chicas de la Asociación La Candelaria inventar una serie de instrumentos a partir de materiales reciclados. Durante el proceso creativo intrínseco iba un aprendizaje más profundo sobre teoría y práctica musical: las cualidades del sonido, las técnicas de construcción de los instrumentos materiales, las familias de instrumentos y sus fundamentos de ejecución y principios acústicos.
Con una simple pajita o un tubo de plástico de desagüe de una máquina de aire acondicionado fueron capaces de recrear los sonidos de un clarinete o de una flauta. Con una botella y un par de cuerdas, una guitarra. Y con unos CDs viejos y un rollo de cartón, un reclamo para conversar con las aves del barrio. En la búsqueda de creación de sonidos, con el bagaje de los talleres anteriores, de cartografía de ruidos urbanos con Antropoloops y de reconocimiento de especies de aves con Seo Birdlife, el grupo se adentraba esta semana en la producción sonora mediante una mímesis con lo aprehendido anteriormente. Y consiguieron, no sólo articular una primera banda sonora en esta propuesta de jardín polifónico, sino llegar a conversar con las tórtolas que habitan en las cornisas del patio de La Candelaria…
“Ahí en la antena hay una tórtola." Y Daniela, en la muestra final del taller, puso a prueba su reclamo de tórtolas (tres CDs unidos con unas pinzas de madera y un tubo de cartón adherido con cola caliente) “Tu-tu-tu… tu tu tuuuu…” y la tórtola miró. “Pero creo que no he debido decir nada apropiado, porque no ha venido”. Lo cierto es que interactuó, se intercambiaron un par de “mensajes” y ahí quedó la conversación. Eso sí, el objetivo de reproducir los sonidos reconocidos y reconocibles del paisaje urbano de Tres Barrios, sí que se consiguió: si al reclamo se unía un tubo de plástico, se reproducía entonces el sonido del tráfico; un par de tubos unidos a un trozo de manguera y con algo de agua dentro, agitados, suena a una tetera en ebullición.
La propuesta didáctica y artística de Vibra-tó supuso una nueva atención al campo sonoro y de percepción musical en los chicos y chicas. Centrándose en los sonidos comunes, naturales, humanos e industriales, éstos cobraron un nuevo sentido a partir de los instrumentos que fabricaron, que les despertaron además la creatividad y la consciencia medioambiental. “Todos hemos participado trayendo materiales de casa” contaba Mari Reyes, que descubrió, como a su compañera Verónica, se le da bien la música y tienen buen oído. O Alejandro, que despuntó como solista de flauta-pajita en la muestra final, que precedió a una peculiar interpretación del Himno de la Alegría en una orquesta de tubos-clarinetes.
Estos tres últimos talleres han articulado un universo sonoro de Tres Barrios, y sentado las bases creativas e inspiradoras para la partitura que Desirée Martín y el coro vocal de Proyecto eLe están creando en el que será el segundo acto de Jardín Acondicionado. La muestra final del proyecto será una obra polifónica compuesta a partir de los sonidos urbanos recogidos con Antropoloops, de la música creada a partir de elementos cotidianos, con Vibra-tó, y de los sonogramas aportados por Seo Birdlife y en el que conversarán pájaros, personas y máquinas de aire acondicionado.