Phytolacca dioica L.
PhytolaccaceaeCuando Pigafetta u otros expedicionarios anotan en sus diarios del viaje la presencia de plantas, lo hacen sobre todo teniendo en cuenta su potencial interés productivo o alimenticio, prácticamente nunca por su sentido ornamental, rara vez por la belleza. Este pragmatismo de las descripciones, buscando las posibles utilidades de estas para ellos nuevas plantas, era lo frecuente en los siglos XV y XVI entre los exploradores europeos, y ese sentir utilitario en definitiva es el que motivó que estas plantas viajaran en forma de semillas o plantones hasta los puertos de la Península Ibérica y, desde ahí, al resto de Europa.
No es casual por tanto que el ombú, una de las primeras plantas originarias de Sudamérica que llegó a Europa, lo hiciera a través del eje Sanlúcar-Guadalquivir-Sevilla, por entonces ya un nodo clave dentro de la red mundial de intercambio de especies. Lo hace además tempranamente, por iniciativa del hijo de Cristóbal Colón, Hernando, quien se sabe poseyó uno de los más importantes jardines de aclimatación de la Sevilla del siglo XVI. En la ciudad destaca todavía hoy un espectacular ejemplar, el de la Isla de la Cartuja, en terrenos hoy pertenecientes al actual Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). Con una copa de casi 20 metros de diámetro, según la tradición fue plantado por el mismo Hernando Colón, lo cual por la edad que se le ha calculado bien podría ser cierto. Si no es este el primer ejemplar, es al menos uno de los más antiguos conservados de toda Europa.
Como tantas y tantas especies, el ombú llegaría a Sevilla en estos años de comienzos del XVI buscando una posible utilidad, en su caso al jugo de tonalidad carmín de sus frutos como tinte, y a esta peculiaridad hace referencia su actual nombre botánico: phyton, “planta” y lacca, “tinte". Sin embargo, no llegó a ser rentable este uso de la planta en la Península Ibérica, por lo que acabó convirtiéndose con el paso de los siglos en un árbol ornamental, dada su amplia copa ideal para servir de fresco cobijo y lugar de encuentro en las horas en las que más castiga el sol: es por ello que en Sudamérica se le conoce también con el nombre popular de Bellasombra.