Cupressus sempervirens L.
CupressaceaeEsta especie fue identificada por las exploradoras del IES Salvador Távora: Andrea Alberdi y María Jesús Cubero, quienes denominaron a los especímenes: Arbul cementerium, llamándoles la atención que el árbol era muy común en los cementerios, siendo un árbol grande, alto, de tronco grueso, con hojas finas, rugosas y que parecían escamas y olían muy bien. El especímen acababa en pico y tenía mucha cantidad de hojas y piñas.
El ciprés es uno de los árboles más apreciados por las culturas antiguas de Europa y Próximo Oriente por sus propiedades medicinales -aparece por este motivo ya en una inscripción asiria de hace 3500 años-, su resistente madera y sus cualidades aromáticas. Los cipreses se han asociado desde antaño con la inmortalidad y la hospitalidad, no es por ello de extrañar que aparezcan vinculados tanto a cementerios, como a casas, donde su presencia simbolizada cobijo y asilo. Los poetas griegos y latinos atribuían al ciprés un significado funerario, considerándolo el árbol de los difuntos, al estar consagrado a Plutón, dios de los Infiernos. Este simbolismo espiritual, ligado a la vida eterna- el ciprés es de hecho una especie muy longeva que puede vivir 3000 años-, fue retomado por los cristianos y por ello acompaña las tumbas y los cementerios. Se creía además que era, junto con el cedro, el olivo y la palmera, uno de los cuatro árboles cuya madera había sido utilizada para construir la cruz de Cristo y también el arca de Noé. El ciprés tuvo un uso “arquitectónico” y decorativo no solo en época romana, sino también en la islámica medieval, y así es recomendado su uso por los geóponos andalusíes Ibn Luyun e Ibn al-Awwam. La presencia de polen de ciprés en los estratos medievales del Generalife en la Alhambra de Granada certifica su presencia desde el origen de estos jardines, incluso en cantidades notablemente más abundantes que las actuales.