Como ofrenda de la visita que nos hicieron Chana y Chusa en navidad quedaron varios bonitos lichis en nuestra nevera. Su textura y colores hicieron delicias del maquetista, así que sin perder un momento Sergio comenzó a jugar con su cáscara tras deleitar nuestro paladares.
No solo la cáscara nos sorprendió, también lo hizo el bajo porcentaje de carne con respecto a su hueso-semilla que decidimos plantarlo de manera autodidacta. Tras un mes de cuidados la energía aflora en forma de hojas teñidas del color de su cáscara.