Cinnamomum camphora (L.) J.Presl
LauraceaeEl último capitán de la expedición, Juan Sebastián Elcano, llega con la única nave superviviente, la Victoria, al puerto de Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522: en esta localidad se ha completado la primera circunnavegación del planeta. Todavía a bordo de la Victoria, en Sanlúcar, el marino se apresura a escribir una carta al emperador Carlos V para informarle de los hallazgos de la expedición con estas palabras: ha de saber V.M cómo navegando hacia las dichas islas de Maluco, descubrimos el alcanfor, canela y perla. El alcanfor es considerado así una especia, al nombrarla Elcano dentro de una lista de los productos de lujo que han encontrado en su vuelta al mundo.
La expedición lo ve por primera vez en las Filipinas y en el entorno de Borneo donde, al parecer de cronistas del viaje como Pigafetta, se obtiene el mejor alcanfor. El expedicionario italiano cuenta con detalle cómo se extrae de este árbol de aspecto similar al laurel el producto: es una especie de bálsamo que destila gota a gota de entre la corteza y el tronco del árbol: estas gotas son tan pequeñas como las briznas del salvado. Si se deja el alcanfor expuesto al aire, se evapora insensiblemente -en referencia a los aceites volátiles que contiene esta planta-. El árbol que lo produce se llama capor. La palabra capor que usa Pigafetta, o kapur del malayo, será trasladada al árabe como kafur, nombre que dará lugar al término alcanfor castellano. El alcanfor, su uso pero no su cultivo, era de hecho conocido en Europa en tiempos de Magallanes, al menos desde la época andalusí, cuando no antes: el romano nacido en Gades (Cádiz) Columela ya hace mención en el siglo I d.C. de esta especia en sus escritos. No obstante, fueron las rutas comerciales que la civilización árabe estableció durante la Edad Media las que mejor posibilitaron el viaje de especias como el alcanfor entre Oriente y Occidente. Fue así un ingrediente apreciado especialmente en la repostería andalusí, como da muestra el libro de agricultura del siglo XII de Ibn al-Awamm. En general, se utilizó en recetas de todo el mundo islámico, tanto en postres como en guisos como el tharid. Una nueva vía para poder obtener esta especia era en fin, tras la expedición de Magallanes-Elcano, de nuevo posible.
El alcanforero es un árbol que puede alcanzar los 20 o 30 metros de altura originario de Extremo Oriente, al parecer de sur de China, y desde antiguo introducido en muchas regiones de Indonesia y Asia. En la India del periodo védico ya es conocido el uso del aromático producto que de él se extrae, el alcanfor, en ceremonias religiosas hindúes. No obstante, la planta se usa medicinalmente por su múltiples virtudes analgésicas, antirreumáticas, antiinflamatorias o expectorantes. Pigafetta recoge así en su diario de la expedición magallánica la importancia de esta especia en las ceremonias funerarias de los nativos de Cebú en Filipinas, en concreto para embalsamar al difunto con la intención de que su cuerpo no se corrompa. Todo lo cual puede recordar al uso popular del alcanfor para ahuyentar a los malos espíritus.