Laurus nobilis L.
LauraceaeEl laurel es una especie que formaba auténticos bosques en la primitiva vegetación del sur de Europa, las laurisilvas, ya desaparecidas por sucesivos cambios climáticos; no obstante, algunas formaciones de este tipo subsisten casi como una reliquia de aquellos ecosistemas de la Era Terciaria en algunos escondidos valles fluviales al sur de la provincia de Cádiz, los llamados canutos.
En la Antigüedad fue el signo de gloria por excelencia. Hay una leyenda, narrada por el poeta latino Ovidio, que relaciona a esta planta con el dios Apolo: el dios, víctima de un amor no correspondido con la ninfa Dafne, la persiguió para poder gozar de ella, pero ésta, que quería permanecer virgen como Artemisa, invocó la ayuda de su padre Peneo en el momento en el que Apolo iba a tocarla. En ese preciso instante, para sorpresa del dios, Dafne se convirtió en laurel. La planta quedó así consagrada a Apolo. Al estar dedicada a este dios vinculado al Sol, el laurel ha estado desde la época clásica asociado a cualidades positivas como la virtud y la fama, literaria o militar, de ahí que la corona de laurel fuera un premio máximo tanto para emperadores como para poetas y artistas. Durante la Edad Media se coronó con sus hojas a los universitarios graduados, costumbre de la cual deriva el término baccae-lauri, bachiller. En el Renacimiento, con la recuperación intencionada de la mitología clásica que caracteriza a este momento cultural, el laurel volvió a tomar fuerza como símbolo de la victoria y de nobleza al que alude su nombre específico: nobilis. El mismo Carlos V se hizo representar en monedas y esculturas con la corona de laurel, como si fuera un nuevo césar triunfante. Un césar que había promocionado la primera circunnavegación del mundo.
Durante esa primera circunnavegación alrededor del mundo comandada por Magallanes, y luego Elcano, el cronista Antonio Pigafetta describe en las Islas de las Especias árboles para él hasta entonces desconocidos, como el del clavo o el de la canela, comparándolos por su similitud con otro que sí le sería muy familiar, el laurel. También un miembro de la cancillería imperial de Carlos V, Maximiliano Transilvano, en una relación del viaje posterior a la de Pigafetta, se hace eco de las narraciones del italiano cuando afirma que las hojas de la planta de la canela se asemejan a las del laurel. Como el clavo o la canela, el laurel es de hecho también una especia, eso sí, típica mediterránea, y ha sido siempre en sus regiones de origen muy apreciada por las virtudes aromáticas, gastronómicas y terapéuticas que atesora.
Según recoge la historiadora María del Carmen Maestre Mejías, con hojas extraídas de laureles del jardín del Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, se realizan coronas para una singular ceremonia que emula la tradición clásica. Las coronas se colocan en el retablo pétreo que desde el 6 de septiembre de 2013 se halla en la calle Escuelas de la población, en recuerdo de los supervivientes que junto a Juan Sebastián Elcano volvieron a Sanlúcar en esa misma fecha, pero de 1522, para culminar la Primera Vuelta al Mundo.